domingo, 30 de agosto de 2009

Lo cierto es que en su momento pudisteis conmigo. ``Un chico de provincia en una gran ciudad´´, pensabais. Os creíais la hostia, salíais los jueves por la noche a discotecas de moda, saludabais a chicas guapas a las que nunca os llegaríais a follar, os reíais de todo aquel que os parecía diferente y lo cierto es que vuestras novias eran más bien pijas feas y malfolladas. ¡Qué poco mundo teníais por Dios!, ni siquiera los cursos de inglés en California os valieron de algo. Bebíais whisky escocés con cola en casas de niñas ricas mientras tratábais de impresionarlas, pero érais tan cutres que ni siquiera llevabais los hielos. Mientras tanto sus novios de veintitantos se reían en vuestra puta cara. Y yo lo observaba todo, al principio con recelo. Os envidiaba, joder el rollo que llevabais, la ropita de importación y los cuerpos esculpidos en el gimnasio. Pero de pronto todo se desvaneció. Ya nadie os ríe las putas gracias ni se cree vuestras historias. Vuestras bromas no resultan graciosas, vuestros planes no resultan nuevos, no engañáis a nadie, y mucho menos a mi. Toda vuestra vida patética y superflua, vuestras mentiras que transformáis en realidad. Aún me veo llorando en mi habitación con toda es mierda comiéndome por dentro, sin un ápice de confianza en mi mismo, dentro de esa gran mentira que era mi vida. Esa vida que vosotros quisisteis para mi.

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