jueves, 10 de diciembre de 2009

no hay nada más triste que los árboles de navidad de los parkings

Y el pobre hombre metido en la garita con un póster de su equipo favorito de la temporada 95/96. Al fin y al cabo él no tiene la culpa, la vida es cruel y la Navidad lo es aún más. Las felicitaciones de viejos amigos, las palmaditas en la espalda por la calle, la sonrisa de la dependiente del Corte Inglés. Las muestras de amor inesperadas, las ganas de recuperar el tiempo perdido, las promesas de año nuevo y todas esas cosas. Ya ni siquiera compro discos en las pequeñas tiendas del Casco Viejo, ni tengo tiempo para ir a la cabalgata. Ya no me voy a la cama nervioso por ver qué encontraré debajo del árbol la mañana siguiente, ni tampoco brindo con champagne. Tan falso como la sociedad de bienestar, la calefacción y las mantas de lana, y mientras dos mendigos brindan debajo de un puente por una vida mejor. Al menos se libran de las postales navideñas de la empresa, de ver a esa tía abuela que tan poco te gusta o de aguantar a tu puto tío que sólo habla de fútbol o de cuando era joven. Tampoco estoy vaticinando el Apocalipsis, pero son tiempos jodidos... Son días duros.

1 comentario:

  1. Y si a eso le suma usted una herida en el abdomen que no se cierra... mas que duros, son días jodidos!

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